El artista y físico Abelardo Gil-Fournier inaugura en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC) su primera exposición individual en la que analiza e investiga a través de imágenes el significado aislar. La muestra ha sido ideada y producida de manera específica para FCAYC en colaboración con la Academia de las Artes Escénicas de Praga (AMU).
A lo largo de la última década Abelardo Gil-Fournier (Salé, Marruecos, 1979) ha desarrollado una investigación y un vocabulario artístico propios. Se sustentan en tres aspectos esenciales: los vínculos entre las imágenes y la materia de la cual están formadas; la dimensión múltiple que estas mismas adquieren en tanto que procesos, obras y datos; y su profunda relación medial con la idea de planeta y las distintas agencias que le dan forma, como la que vincula la superficie de lo vegetal con la visualidad.
La formación de Abelardo Gil-Fournier enlaza los estudios superiores como físico con la práctica artística. Atravesada en sus inicios por la cultura del código abierto y la programación, esta ha transitado por ámbitos como la historia de la ciencia, la geología de los medios o las transformaciones del territorio.
La balsa. Tres actos para una intemperie es su primera exposición individual. Está concebida dentro de un proyecto ideado de manera específica para FCAYC. Reúne obras de nueva creación y procesos abiertos. El clima, como agente político y poético, ocupa un papel destacado entre ellas. El proyecto –connotado por un marcado carácter dramatúrgico– se despliega en tres actos: Balsa entre dos horizontes, In perpetuum y Viento Rogante.
A partir del gesto de trasladar la intemperie al interior de una sala de exposiciones, aguas, mareas, vientos, tierras y horizontes entran en circulación, dialogan y señalan desplazamientos. Cuál es, por tanto, la balsa a la que se refiere el artista en este caso: la que determina la imagen de nuestro planeta a flote en el cosmos. Una balsa planetaria cuyo presente se encuentra definido por conjuntos de protocolos, dinámicas de suministro y modelos recursivos que canalizan toda experiencia, ensamblados con los restos de múltiples modos del conocimiento humano y desplegados con virulencia a partir de la modernidad y su pulsión globalizadora.