Tipo de público: Todos los públicos
Edad:
Cultura contemporánea
Mirar a lo lejos supone proyectar la vista sobre una línea en tránsito: el horizonte se evapora hoy antes de dibujar uno nuevo, ligeramente elevado sobre el que hemos conocido desde que estamos en la Tierra. Ese desplazamiento sin escala aparente engrana economía, ciencia, historia, imágenes, cambio climático… En él queda expuesto un abismo: lo inhumano de una parte, de otra lo histórico. La intemperie, una condición que empuja a buscar resguardo donde protegernos de lo que se agita al margen de nuestro control, barre ese lugar y atraviesa cuerpos y espacios. Las dualidades interior-exterior, materia y representación, dejan entonces de tener sentido. Por la brecha abierta entre esos horizontes desplazados sentimos cómo oscila el equilibrio entre la materia y la atmósfera. Afrontar su movimiento supone narrar al margen de dominios conocidos, escuchar otras formas del diálogo entre voces: ecos, reclamos, réplicas y resonancias. Guiados por la idea de intemperie, cabe pensar: ¿podrá señalarnos la materia el lugar donde convergen el dibujo de la línea del horizonte y la medida de la altura del nivel del mar, donde -como apunta el historiador Dipesh Chakrabarty- historia y geología, o política y clima, dejan de ser binarios excluyentes?
Masas de agua, montañas reducidas a escombros y otras corrientes utilizadas para diseminar semillas y expandir plantaciones han sido creadas, modificadas o canalizadas durante siglos como triunfo de un espíritu globalizador. El globo, apunta la filósofa Gayatri Spivak, mantiene su morfología abstracta como un lugar sin habitantes. Abelardo Gil-Fournier aporta perspectivas en este proyecto para imaginar otros niveles de relación. “La palabra-idea que tomamos como punto de partida para abordar esta relación es la de planeta. Es, por un lado, una idea que visibiliza: equilibrios energéticos con la radiación solar, corrientes atmosféricas y oceánicas, cadenas tróficas, límites de recursos vitales y de materias primas… Por otro lado, es también una idea que enajena: está vinculada a un sujeto que se imagina fuera del planeta, a una lógica y logísticas de dominación de todo aquello que no es Hombre y a una clausura de la imaginación donde lo posible queda reducido a lo probable”, escribe. La reciprocidad entre corrientes, materias y cuerpos tiene un anclaje en la escucha y la experimentación; encuentra en ellas el acceso para pensar en y con el territorio. Escuchar a sus actores invita a reconocer la agencia de materias, cuerpos y estratos, permite asimilarlos como sujetos políticos. Lejos de que situar cada árbol, cada valle o cada corriente impida con ello ver el bosque de lo planetario, la correspondencia mutua de todas las partes entre sí es lo que nos puede devolver el espacio de posibilidad: despejar el presente climático y su lógica individualista en términos humanos en favor de la creación de un clima y una planetariedad colectivos. Experimentar, además, contiene verbos que estructuran la práctica de Abelardo Gil-Fournier -como medir, registrar o encapsular- y enmarca en un espacio crítico los dispositivos que han modelado esos verbos.
En esta hostilidad habitable, acudiendo de nuevo a sus palabras, se despliegan los actores que tienen voz en La balsa. Tres actos para una intemperie. Tierras, horizontes y aires: conocimiento como cuerpo, cuerpo como movimiento y movimiento como corriente.
CRÉDITOS:
Apertura: 3 de diciembre de 2023 a las 12:00 horas
Fechas: Del 3 de diciembre de 2023 al 31 de marzo de 2024
Artista: Abelardo Gil-Fournier
Comisariado: Alfredo Puente, Área curatorial FCAYC
Coordinación: Zaida Llamas, coordinación general FCAYC
Organiza: FCAYC
Colabora: AMU