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Con motivo de su participación en el Global Eco-Forum 2012 hemos conocido una iniciativa de Tom Deforce y Toni Solanas, llamada Eco-Urbi que se basa en la creación de espacios arquitectónicos sostenibles y relacionados con el entorno. «Pretende ser un prototipo de vivienda de bio-construcción con principios de eficiencia, ecología, salud y comunidad».
Hemos entrevistado a Toni Solanas, para saber más sobre su idea de sostenibilidad en la construcción:
1. ¿Cuál es el origen y en qué consiste el proyecto ECO_URBI?
El origen hay que buscarlo en estas casualidades de la vida, ya casi no me acuerdo. Coincidimos en el pueblo de Vacarisses Tom y yo.
El proyecto consiste en aunar dos cosas: por una parte conseguir un trabajo que sea gratificante a nivel personal y por la otra que este trabajo favorezca la calidad de vida de las personas que se apunten al proyecto.
2. ¿Qué problemas acarrean los materiales y los métodos que se utilizan actualmente en la construcción?
Problemas de salud a las personas, y de impacto ambiental al planeta.
Por otra parte la manera de trabajar actual es muy deshumanizada, al haberse convertido el dinero en el dios que todo lo justifica se está perdiendo la sabiduría tradicional, que en realidad favorecía más el “buen vivir”
3. ¿Qué soluciones alternativas existen para la climatización, el aprovechamiento de la energía, la adaptación al entorno y, en definitiva, la mejora de nuestra calidad de vida adaptándonos al medio físico y social?
Lo primero que hay que adoptar son medidas que reduzcan la demanda –tanto de energía, como de agua y materiales- así como la producción de residuos tóxicos y contaminantes. Una vez hecho esto hay que buscar la eficiencia en el uso de materiales y sistemas (y aquí es importante el orden de los factores, con la primera medida se reduce mucho más que con la segunda, y hay que reflexionar sobre lo que esto quiere decir: ante una concepción tecnológica del progreso hay que plantear otra idea de progreso más ligada a las personas, a su inteligencia, y a sus capacidades)
En tercer lugar está el aprovechar al máximo los recursos locales, después viene el tema de utilizar productos reciclados y favorecer la reciclabilidad de lo que hacemos, y por último compensar el impacto producido.
4. ¿Es el medio rural un buen lugar para comenzar esta “revolución higiénica” y por qué?
Claro que es un buen lugar, pero no el único. Hemos de plantear también para las ciudades la revolución higiénica (como ya lo hicieron en el siglo XIX Cerdà y García Faria). A pesar de su metabolismo desmesurado y su tendencia a la entropía, no podemos abandonar a las ciudades. Otra reflexión importante es que no podemos ocupar el medio rural todos los que ahora vivimos en ciudades, lo destrozaríamos. Tampoco se puede convertir en una especie de reserva para disfrute de 4 turistas o hippies. Hay que ir con cuidado (y con respeto evidentemente) con las “salvaciones” individuales, creo que lo óptimo es intentar “salvarnos” todos, con los recursos de que disponemos. Y es posible.
5. ¿Cómo responde este medio a esas iniciativas?
Pues mal, francamente. Claro que por la zona que nos movemos ya prácticamente no queda “medio rural”. La ola urbanizadora/cancerígena ha ocupado el territorio de tal manera que hay que alejarse mucho de las grandes ciudades y de la costa para encontrar eso que llamamos “medio rural” (al menos como me parece lo estáis planteando).
6. Habrá cosas que podamos aprender de las construcciones rurales más tradicionales y de sus organizaciones sociales participativas…
Evidentemente, es absolutamente necesario conservar y mantener la sabiduría de la construcción vernácula, en cuanto a su capacidad de aprovechar con la máxima eficiencia los recursos disponibles, sus conocimientos, sus materiales y técnicas, mucho más saludables en general que los materiales y técnicas “modernos”.
En este aspecto quiero señalar la necesidad de recuperar la tradición constructiva mediterránea con sus 4 estrategias principales para climatizar: inercia, sombras y ventilaciones cruzadas y aislamiento. Por desgracia la situación actual (Código Técnico, certificados, etc.) responde más a los criterios de aislamiento y estanqueidad propios de zonas más frías (aclaro que estoy hablando de mi zona climática templada de la costa mediterránea, otra cosa es el clima más frío de montaña) y ricas que las nuestras, como es el norte de Europa que no nuestro clima.
Sobre las organizaciones sociales participativas es también evidente que se han de recuperar, y salvar así el concepto y respeto de lo público, lo colectivo, lo comunitario, en crisis por el individualismo acérrimo al que el neoliberalismo económico imperante, (y justo es reconocer, también una parte de la tradición hija del mayo del 68) nos ha conducido.
7. ¿Cómo está respondiendo la gente? ¿Prevéis una mayor aceptación a estas formas de consumo/construcción o un decaimiento?
Pues por ahora hay poca respuesta, pero sigo previendo un mayor auge de estas maneras de hacer y construir.